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viernes, 14 de enero de 2011

Tick-tack, tick-tack...

Se cerró la puerta. Se escucharon unos susurros lejanos. Ya había llegado. Quizás antes de tiempo o unos minutos demás, pero estaba allí...
Un aire frío recorrió las escaleras. Un portazo que resonó sucumbió las paredes en el más absoluto de los silencios. El pestillo echado, la puerta del baño cerrada, el corazón en un puño. La agonía pintó las paredes, y el más cálido de los llantos expiró...
- Ahora sólo quedamos tú y yo...
La bañera se empezaba a llenar, gritos y golpes sin parar. El tiempo corre ¡tick-tack, tick-tack! Y sólo quería llorar...
Se quedó sumergida bajo la cristalina capa de agua. Tomó unos minutos para pensar... El pasado, su pasado, lo que le había pasado, su presente y su próximo futuro... Todo sería tan... ¿inmediato? El tiempo, cuál reloj de arena se pasaba, sus manos envejecían por efecto del agua. El pelo suelto, la camisa desabrochada, el agua desbordada de la bañera. Sumergió la cabeza queriéndose sentir pez. El agua llenaba su cuerpo y una presión le ejercía en el pecho. El corazón le ardía...
Cada vez ese minúsculo cuarto se le hacía más y más grande, mover si quiera los brazos era pesado. Su mundo se hacía oscuro, no es cierto eso de aquél rayito de luz al final del camino. Sólo unos segundos más y...
Lo consiguió.

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