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jueves, 24 de febrero de 2011

Reflexión.

En mi casa siempre había un libro con dibujos, con letras grandes o de los que tenían ruidos para aprender. Devoraba libros de dos en dos y mi mirada siempre estaba perdida bajo tapas duras. Con el paso de los años, esta obsesión, afición, gusto o vete tú a saber qué por la lectura siguió creciendo cual flor en auge.
Hoy, es veinticuatro de febrero. Me gusta mucho leer, sí, aunque esté algo inconstante por falta de tiempo o de una buena lectura (llámalo excusa barata), pero adoro sumergirme y nadar entre sus páginas. Dudo qué me gusta más, si escribir o leer, pero creo que son complementarias. Leyendo me imagino un mundo fuera o dentro de mí misma, un mundo paralelo, me siento más o menos identificada con la historia de los personajes, río y lloro o, simplemente, sueño. Escribiendo pienso lo que quiero transmitir, el cómo hacerlo y cuánto quiero decir. Me invento la situación o la plasmo tal y como la vivo, pero nunca dejo de desahogarme.
Creo que no sería la persona que hoy soy si no fuese por lo que leo y por lo que escribo. No sé, necesitaba contárselo a nadie en especial.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Soy.



Soy las palabras de esa carta emborronada a base de lágrimas. Soy las gotas de chocolate que desbordan de un cono en pleno mes de agosto. Soy los "te quieros" comprados en una tarjeta de San Valentín. Soy los puntos del código Braille. Soy todas las calles que sigues para llegar a clase. Soy un viaje al extranjero. Soy tu pelo rizado en un día lluvioso. Soy la sonrisa que viene antes de un beso, el pensamiento de deseo. Soy todas las oportunidades que has tenido. Soy una botella vacía. Soy el último trozo de una tarta. Soy una nariz roja por el frío. Soy casualidades. Soy prejuicio, orgullo y celos. Soy un baño con sales después de un día largo. Soy un aprobado que sabe a sobresaliente. Soy un menú para dos. Soy esa foto colgada en la pared. Soy esa canción que escuchas en bucle una y otra vez. Soy el botón de stop del mando del televisor. Soy mejor. Soy peor. Soy una canción que marca. Soy unas palomitas en el cine. Soy tu plato favorito: macarrones. Soy todo y nada. Soy póster al lado de la ventana. Soy locura. Soy una fecha marcada con rojo en el calendario. Soy el sueño de anoche. Soy la canasta decisiva en el último segundo de partido. Soy un abrazo que das a alguien que está ingresado. Soy números y letras, sudokus sin resolver, palabras vacías. Soy domingo sin hacer nada. Soy la excusa de llegar tarde a una cita. Soy el pie con el que te levantas. Soy unas paradas de metro. Soy comba y goma elástica. Soy un juego de naipes. Soy papel y lápiz. Soy la arena de la playa que se te pega a los pies mientras nadas, la marca del bikini. Soy carne con patatas. Soy marea que viene y va. Soy sí. Soy no. Soy la cara B de un casete. Soy el álbum con fotos de la infancia. Soy confianza, cariño y esperanza. Soy ese miedo a las motos. Soy la pintura entre las uñas después de jugar con témperas y óleo. Soy la falta de sueño por un examen al día siguiente. Soy todas tus ganas. Soy...


Soy lo que quieras por ti...



martes, 22 de febrero de 2011

Años atrás.

http://www.youtube.com/watch?v=7Gd_EvKkT9w&feature=related


















... ¡ Y muchísimas más! Me tiraría horas...


Hay momentos y momentos en la vida. Siempre sienta bien hacer inventario de canciones de hace muchos años atrás... Unas buenas, otras malas, y las miles que me dejo por el camino. Quién sabe, quizás en unos días, en unas semanas, en unos meses o incluso años, lea esto y se me ilumine la cara con una sonrisa. Mientras tanto...

Firenze.

¿Qué piensas de las oportunidades? ¿Es azar, suerte o destino? ¿Es casualidad, intervención divina o trabajo? ¿Qué son? Realmente... no lo sé. No creo en nada. Llamadme incrédula, pero la ignorancia es felicidad, dicen los tontos. Las oportunidades vienen y van. Normalmente sólo una vez en la vida, ¡sino, se llamarían casualidades! y en muy pocos casos, hay segundas oportunidades, pero existen.

Ahora sólo puedo pensar en siete letras italianas: Firenze. Y en nueve españolas: Florencia. En un curso lleno de -espero- anécdotas que contar a mi vuelta, una familia encantadora, gente por conocer, una ciudad nueva que explorar por mi cuenta y un montón de historias por vivir durante dos semanas.

Vale. Dicho así, ¡me lanzo a la piscina ahora mismo! Pero sigo teniendo el miedo de coger aviones yo sola (tengo dieciocho años, pero con esta frase demuestro tener sólo ocho, lo sé), entenderme en un idioma que apenas he chapurreado durante unos cuantos meses, encontrarme en medio de una gran ciudad, sola, a la espera de todo...

Mayo, ¿¡a qué esperas?!

domingo, 20 de febrero de 2011

Miedo.

Sí, el miedo existe. Está por todas partes. Todos tenemos uno. Ese sentimiento de frío por dentro. Te congela la piel al momento. Hay tantos tipos de miedos como personas en el mundo. Existe ese miedo a hacerlo mal, a fallar a la gente o a ti mismo. El miedo a que te quieran o te odien, a que te juzguen. Los prejuicios que están cargados de miedos e inseguridades. El rechazo de los demás. El miedo al dolor, al qué pasará mañana, a la primera vez. El temor a perder lo que más quieres o a lo desconocido. Te eriza la piel, te llena la cabeza de pájaros. Te obliga a cometer locuras. El miedo sabe lo que hace. A veces pienso, que me conoce mejor que nadie. Sabe mis más ocultos secretos.

jueves, 17 de febrero de 2011

Ser el primero.

- Dime, ¿qué te gustaría ser? ¡Y no me vengas con las tonterías esas de ser una persona famosa y millonaria!
- ¡Así no vale! Pues... ¿qué quieres que diga? ¿Ser una buena persona? ¿Ser alguien importante dentro de equis campo? ¿Ser una súperheroína...? ¿A qué demonios te refieres? Sé que soy una chica sencilla, pero ¿para qué más?
- ¡Pero qué cerrada eres!
- ¡Eh, no me insultes!
- No te insulto, pero lo eres. Eres de esas personas que en vez de ver, sólo miran; esas que oyen, pero no escuchan; tocan, pero no palpan; expiran aire, pero no huelen; comen y no saborean.
- ¿¡Qué quieres decir?!
- Pues eso, que eres cerrada. No te abres. ¿Acaso te he dicho yo que debía ser obligatorio elegir ser alguien? Dejamos de lado cantidad de objetos, sensaciones, lugares...
- ¿Qué quieres que sea, una planta?
- ¿Nunca has querido ser Nueva York? Sentir el alboroto de sus calles, devorar la Gran Manzana de la que todos hablan, ser el perrito caliente de todos aquellos yanquis, el dólar que malgastan en tiendas de lujo, o ser esos taxis amarillos tan graciosos que se ven en las películas... a veces me pregunto si son así realmente.
- Pues a ver, dime tú qué te gustaría ser.
- Ser el primero en algo.
- ¡Y me intentabas llamar a mi superficial o vete tú a saber qué y no haces más que centrarte en estúpidas competiciones!
- Hablaba de un recuerdo.
- Ya me he perdido completamente...
- Sí, me gustaría ser tu primer recuerdo en algo... Ser el primer llanto que tuviste cuando naciste. Ser ese primer diente de leche que guardaste bajo tu almohada cargado de ilusiones y sueños. Me encantaría ser tu primer regalo en una noche de Reyes, tu primera risa sincera, tu primer cuento con dibujos... ¡Mataría por ser esa primera caída con la bicicleta y ayudarte a quitarte los ruedines! Cambiaría media vida sólo por ser tu primera borrachera, tu primer dibujo o tu primer mensaje de felicitación de cumpleaños. Quisiera ser tu primera foto de bebé y tus primeros balbuceos. Sería feliz si fuese tu primer día de clase o si fuese tu primer beso. Quiero ser la primera vez. Quiero ser la primera vez que te enamores. Y la última.


jueves, 10 de febrero de 2011

Hay regalos y regalos. Unos te los pones y los vuelves a dejar en el cajón. Otros, los desgastas de tanto usarlos. A veces, te gusta tan poco, que los devuelves. Hay también de esos que te sacan una sonrisa en la cara, te conocen tan bien... Y, por supuesto, también se puede dar el caso contrario. Luego está la gente que te da dinero porque no sabe qué regalarte y, puestos a fastidiarlo, buscan una salida fácil.
Luego estás tú. Con tus detalles que valen mil y un regalos... Que van más allá de lo inesperado. ¡Sorpresa!

miércoles, 9 de febrero de 2011


Bébete el mundo. Cómete tus errores. Vacía tu soledad. Duerme conmigo.
Apártame las pecas de la cara con tu cálido aliento. Arrúgame el corazón con el eco de tu voz. Quiéreme tanto que se me desgarre el pecho cuando me toques. Emborráchate de mis labios y colócate a base de mis manos...


viernes, 4 de febrero de 2011

Con el paso de los años, he ido aprendiendo a base de caídas lo que es la decepción. Debí caer muy bajo, aún no he encontrado la solución a esa pregunta. Las personas nos decepcionan. Una tras otra. No esperes que siempre te den algo bueno o morirás esperando. Habla el egoísmo, el desinterés, la despreocupación y el orgullo y te da de lado a ti, a tus miedos, preocupaciones y sentimientos. En su momento me cansé. Lloré hasta formar mi propio charco de lágrimas, pero hoy es diferente. No hablo de "doy más que recibo, ni recibo más de lo que doy", no, ¡nada de eso! (¿o sí?). Se trata de anteponer su felicidad a la tuya. Ya no quiero saber nada más de si me quieren, si se preocupan por mí o si de verdad me están escuchando o sólo me están oyendo. Y si mañana lloro por lo mismo que estoy escribiendo aquí, será por puro agotamiento, de no poder evitarlo, no por una estúpida contradicción.


Ya nada importa.