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domingo, 16 de enero de 2011

La teoría de los domingos.

- Siempre se me hacen cortos los fines de semana, ¿no crees?
- Yo éste lo he aprovechado al máximo, lo he estirado como un chicle.
- Por muy de goma que sea el chicle, ¡ya nos hemos plantado en domingo!
- ¿Y qué domingo tienes hoy?
- ¿Cómo que qué domingo tengo hoy? ¿Qué clase de pregunta es esa?
- Ah, bueno, verás... es que, tengo una teoría: la teoría de los domingos. En los días de diario sólo tenemos un lunes, un martes, un miércoles... y hacemos lo de siempre; está todo calculado y programado. A veces nos saltamos la norma y no hacemos lo que tenemos que hacer, nos distraemos y olvidamos nuestros quehaceres. Y a la hora de llegar el fin de semana todo cambia (digamos que el viernes es neutro, como Suiza: no entra dentro del fin de semana ni tampoco en los días de diario, es lo más justo: ¡es mitad y mitad al fin y al cabo!). Los sábados son el día de la semana para elegir lo que quieres hacer. Este día se te permite todo y disfrutas por el resto de la semana. ¿Qué pasa? Que llega el domingo y ¡zas! Nos encontramos con dos caras de una misma moneda.
- ¿Dos caras de una misma moneda? ¡Es un simple domingo! ¡Un día más en el calendario y ya está!
- Sí, sí. Eso ya lo sabemos pero lo que quiero decir es que el domingo puede ser el día más productivo o el que menos. Suelen existir pocos términos medios para este día y es el caso de "o se da todo, o no se da nada", ¿no te parece?
- Creo que no te entiendo.
- ¿Qué haces un lunes?
- Voy a clase, estudio, hago los deberes, veo la televisión, ¡qué preguntas más estúpidas!
- ¿Y un sábado?
- Oh, los sábados nunca estudio. Me quedo en la cama hasta aprovechar todas las arrugas y luego, descanso, salgo por ahí y no vuelvo hasta que las agujas del reloj hayan dado vueltas y vueltas...
- ¿Y qué me dices del domingo?
- Uf, no sé... Depende...
- A eso me refería.


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