Seguidores

jueves, 24 de febrero de 2011

Reflexión.

En mi casa siempre había un libro con dibujos, con letras grandes o de los que tenían ruidos para aprender. Devoraba libros de dos en dos y mi mirada siempre estaba perdida bajo tapas duras. Con el paso de los años, esta obsesión, afición, gusto o vete tú a saber qué por la lectura siguió creciendo cual flor en auge.
Hoy, es veinticuatro de febrero. Me gusta mucho leer, sí, aunque esté algo inconstante por falta de tiempo o de una buena lectura (llámalo excusa barata), pero adoro sumergirme y nadar entre sus páginas. Dudo qué me gusta más, si escribir o leer, pero creo que son complementarias. Leyendo me imagino un mundo fuera o dentro de mí misma, un mundo paralelo, me siento más o menos identificada con la historia de los personajes, río y lloro o, simplemente, sueño. Escribiendo pienso lo que quiero transmitir, el cómo hacerlo y cuánto quiero decir. Me invento la situación o la plasmo tal y como la vivo, pero nunca dejo de desahogarme.
Creo que no sería la persona que hoy soy si no fuese por lo que leo y por lo que escribo. No sé, necesitaba contárselo a nadie en especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario