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jueves, 16 de diciembre de 2010

Me quedo contigo.

Tú eres el culpable de ésto. No te hagas el tonto, y mucho menos el loco; lo sabes perfectamente. Tú, con la rima de tu sonrisa, con el laberinto de tu mirada y el eterno goteo de tus lunares... Tú, con ese pelo enmarañado del que me quedo presa... y tus brazos, oh, ¡tus brazos! que a gritos me exclaman que les dé un abrazo. ¡Lo eres! ¡He dicho que lo eres y punto! Sí, sí... . Que vives en tu propio mundo, mientras yo muero encerrada en mi burbuja, la que explotas cada vez que tú me miras. Tú y tu voz, tan fuerte y ronca, que podría sentir cada gesto de tu boca. Tú y tus malditas palabras, que hacen que caiga una y otra vez en el enredo de sus sílabas. Sólo tú. Me quedaría enlazada en tus manos sin necesidad de esposas. ¡Y lo vuelves a hacer! ¡Una y otra vez! ¿Y dices que no te das cuenta? Tú y tu cálido aliento aún estando a bajo cero. Tú y tus zapatillas rotas que tantos lugares han visto. Tú y tus pasiones, deseos y sueños. Tú y tu piel suave, la misma que me pasaría acariciando durante horas. Tú, tú y tú. ¡Siempre tú! ¿Qué sigues sin darte cuenta? ¡Mientes!


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