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jueves, 9 de diciembre de 2010

En el laberinto de tus lunares.


Me hacen gracia tus lunares. Sí, sí, como lo oyes ¡tus lunares! Intento de vez en cuando contarlos, hacer un laberinto con ellos o unirlos y formar dibujos, como los que hacías de pequeño uniendo puntos... Aunque la cosa se queda ahí; en intentos, pues al mirar tu espalda desnuda, tus brazos, tú al fin y al cabo... Se me olvida cómo se contaba, y ni siquiera sé salir del laberinto de tu propio cuerpo cuando enlazo mis brazos entre los tuyos.
Me hacen gracia tus pecas. Sí, sí, ¡tus pecas! ¿Qué hay más gracioso que eso? ¿Qué hay más gracioso que ver la sonrisa tímida que se te escapa cuando me embobo ante tus pecas? Y sólo con eso, ¡te beso! Una, y dos, y tres veces...





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