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jueves, 25 de noviembre de 2010

Llegó antes que de costumbre.


"El invierno llegó antes que de costumbre. El color blanco empezó a invadir los tejados de las casas y las bufandas y gorros ganaban por goleada a ese cuello y cara destapadas.
Ahí estaban. Entre cuatro paredes, bajo un alto techo y sobre un suelo que imitaba la madera, tanto que hasta daba sensación de calor, y más aún en días de tanto frío... Detrás de los cristales resplandecían las estrellas, lejanas y preciosas. Un haz de luz de una farola de la calle traspasaba la cortina blanca del salón y les daba por completo en la cara. La música encendida marcaba música clásica, tan lenta y relajada... Y las velas. Éso era lo que faltaba, pero la luz ya la ponían ellos mismos con el calor ardiente de sus miradas... Tras la puerta, una nevada caía, centímetros de blanco espesor inundaban las aceras y, dentro de esa pequeña habitación, estaban sumergidos en su propio verano... Intercambiando copas de champagne francés por tazas de chocolate caliente, largas manos que bajaban por la espalda se cambiaban por dulces besos... Sonrisas infinitas, como pegadas a la cara con celo, respiración entrecortada, el pulso acelerado...
El día más frío del invierno, el más caluroso de su verano... Sudores fríos, templados y calientes. Hambre, lujuria, pasión y locura desenfrenada se vislumbraba a través de la ventana. Hambre, de ti, de mí, hambre de ellos. Mordisco, y otro, y beso, y caricia, y un abrazo, y se quita un botón, y el de abajo, y el siguiente, y se cae la chaqueta... Muslo contra muslo, brazos enredados en el cuello, y sus dedos, deshacían los rizos del pelo. Desnudos pero a la vez abrigados por el otro. Entre susurros... Románticos te quieros tan empalagosos como esas tazas de chocolate caliente... Uno encima y otro debajo, totalmente pegados, siendo tan sólo una única persona..."



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