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miércoles, 10 de agosto de 2011

Mi rutina preferida.

Siempre tenía la frase oportuna, la que dictaminaba todo, esas palabras clave causantes de que pudiese decir: "lo dejo todo por él". Cada día me levantaba pensando en la sorpresa que me deparaba. A veces era una frase, una sonrisa, un te quiero, un detalle al aire que me hacía mecer entre las nubes... Sus palabras me helaban y sus brazos me daban calor. Durante el tiempo que estuve con él conocí la locura misma, la obsesión incesante de amar a alguien a escondidas, entre deseos. Todos los días me levantaba con ganas de él. Sí, como has oído; todos los días, siete días a la semana, treinta y un días al mes. Era tan largo y profundo el sentimiento que ya era una obligación. Él era mi rutina preferida.

(...)

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