Seguidores

viernes, 5 de agosto de 2011

Él decía...

Él decía que tenía un secreto, un don maravilloso, una caja de Pandora por abrir. Yo le creí.

Me quería eternamente. Me lo decía siempre, a todas horas, a cada paso que daba. Pero no en tono repetitivo, ni como una madre te recuerda que recojas tu cuarto una y otra vez. Me lo decía sin parar, entre susurros, mientras me reía o le miraba, lo gritaba a voces y desgastaba las letras de tanto decirlo, haciéndome consciente del valor que tenían. Me hacía sentir que lo decía de verdad, que era un sentimiento tan alto que no se podía tocar ni con la punta de los dedos, tan hondo que no se podía coger, tan fuerte y pesado que costaba arrastrarlo, y tan feliz como lo era al estar a su lado.

Te quiero.
Y con solo oírlo, era difícil tragar saliva. Con tan solo escucharlo, se me paraba el corazón.

Me besaba hasta el infinito y con él, descubrí zonas de mi cuerpo hasta ahora inexistentes. Me besó hasta que ya no hubo más sitios sin beso. Desgastó mi carne y la hizo suya.

De tanto que te voy a besar te voy a hacer inmortal, me dijo. Al principio no supe que creer. No hizo falta mucho tiempo para convencerme.


(...)


No hay comentarios:

Publicar un comentario