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domingo, 29 de mayo de 2011

Duele.

¿Qué es el dolor? ¿Cuánto dura? ¿Es largo, corto? ¿Frío, amargo? ¿Eterno? ...
Será una de las pocas cosas con las que convivirás durante el resto de tu vida. No será bonito, ni placentero y mucho menos alegre. Unas veces será físico o psicológico y otras, un combo. Hay mil tipos de dolores, desde el ajeno al tuyo propio.
Con él madurarás, aunque creas que no sirve para nada. Te hará fuerte o débil, según cómo te lo tomes y estará en todos aquellos momentos en los que la felicidad se ha esfumado, te ha abandonado. Se adueñará de ti y de ese eterno pensamiento que repites como un goteo incesante. Es un eco en bucle. Será la sombra que te acompañe en los años que te quedan.
Dicen que el primer paso ante cualquier obstáculo es aceptarlo, pero yo, discrepo. Siempre he creído que el primer paso no es aceptar el dolor, la derrota o el error en sí. Sería todo mucho más fácil si antes de eso, olvidásemos. Sólo hay un inconveniente: cuando el dolor es tan grande, tan profundo, tan hiriente que se sobresale del pecho, jamás lo olvidarás; poco a poco se irá sanando la herida, pero el dolor, en forma de espina clavada, se quedará aislada. Nadie nos prepara para el dolor, mas no debemos lastimarnos por ello.
Sin el dolor, lo feliz no lo sería tanto.

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